martes, 18 de marzo de 2008

"...I wanna know; have you ever seen the rain"

La lluvia de marzo...



Ayer por la noche, estaba "tirada" en una hamaca paraguaya mirando el cielo, un poco nublado, luego de un intenso día de calor de marzo. Agradecida por éste verano que se prolonga, pero también un poco cansada dfel calor y la humedad...se sentía el ritmo de la lluvia.

Me balanceaba suavemente en la hamaca, despacito, saboreando la noche, las vacaciones, el verano, mi familia...la vida! Y de repente, con una parsimonia fugaz, las primeras gotas de una breve lluvia llegaron a mis oidos.
Sinceramente...me agradó muschísimo! Sentir el olor a tierra mojada, a hierbas y naturaleza invadiéndolo todo con su aroma verde; las gotas sin acordes dejan entrever su grosor: unas más chicas otras bien cargadas...todo está allí para que lo disfrutemos.

Ayer por la noche, me dieron ganas de tocar la guitarra, quizá fuera la lluvia o la fragancia de la naturaleza; no lo sé! Lo único que comprendo es que esa breve cortina de agua refrescó el día sofocante, liberó en una catarsis implícita la humedad del ambiente, me llenó de ganas de crear...

Hoy, quiero agradecer a la lluvia, con un hermoso cuento de Juan José Morosolí, cuento que pertenece al precioso libro "Perico".

Se llama, a propósito, "La lluvia", a mi me agrada muchísimo... y a ustedes?


"La lluvia"



"Ver llover allí, en aquella chacra, era una cosa que causaba placer. Un placer tranquilo que aún me alegra.
No olvidaré nunca aquella mañana. Hasta aquel día no había sentido la emoción de la lluvia. Me parecía que el campo y el árbol y yo éramos felices de la misma manera: quedándonos quietos y dejándonos penetrar por aquella música mansa y aquella lluvia lenta que caía sin interrupción.
A mi hermana le gustaba mucho jugar a las casitas. Con cuatro palos, algunos cueros y unos mazos de paja mansa, había construido la suya. Era una vivienda como la de los indios.
El agua vino despacio. La sentimos llegar. La vimos venir, borrando cerros, y dejando todo detrás de su vidrio esmerilado. Las gallinas corrían apresuradas y ganaban hornos y graneros. Lejanos cantos de aguateros y alborozados gritos de teru-teru confirmaron la presencia lejana de la lluvia. Unos horneros vinieron hasta donde nosotros. Los vimos volar y luego detenerse en la horqueta de un árbol. Habían elegido hogar. Cuando llegaron las primeras gotas picotearon la tierra y trajeron una mota en el pico, Colocaban la piedra fundamental de su casa.
Las gentes del pago comenzaron a llegar a los ranchos. Venían a jugar a las cartas. La lluvia creaba una sociedad candorosa, sencilla y feliz. Desde los cerros comenzaban a bajar pequeñas corrientes. En las quebradas nacían cañadas. Al campo le nacía un sistema de venas. Mirando éste, recién comprendí el mapa con los azules nervios de sus ríos dibujados.
Sobre los cueros llovía lentamente. Aquel asordinado tambor nos iba invadiendo. De tarde mi hermana volvió a la casita. Quería pasar la tarde con las niñas de la chacra jugando a las abuelas.
Quería hacer cuentos de su juventud y me pedía a mí que me portara mal así podía decir a cada rato que los hijos daban mucho trabajo.
Mi hermana –la abuela– tenía doce años.
Aquella tarde fue una de las más felices de mi vida."


Y luego de la lluvia, si el sol quiere brillar en sus naranjas y rojos...el arcoiris! Les dejo una foto de los siete colores en el lugar más mágico que conozco: El Cabo Polonio.



Espero sus ideas...nos vemos pronto!


datlitauy!

2 comentarios:

Guidaí dijo...

Adoro la lluvia, me encanta el Cabo y amo el arcoiris...
Lindísimo post
Un besote

Sofia dijo...

que bellas las hojas, sedientas de agua.

M.